10 abril 2009

Bitácora del viaje a Córdoba (III)

 Día 3 (03/04/2009):

 Nos levantamos temprano dispuestos a bañar a Diego antes de arrancar. Buscamos en el baño y no hay tapón para poder llenar la bañera. Preguntamos en recepción y nos dicen que ahora nos traen uno. Esperamos media hora y no tenemos noticias. Preguntamos en recepción y resulta que el hotel no tiene tapones para la bañera. Finalmente no nos pueden dar una solución y decidimos taponar la bañera con una toalla. Finalmente podemos bañar a Diego.

 Desayunamos (un desayuno más pobre que en el anterior hotel, pero bastante digno) y salimos con todas las ganas (a pesar del tema del tapón de bañera) hacia Villa General Belgrano.

 Accedemos a la carretera que nos lleva a Villa General Belgrano y en la primera curva aparece un control de policía que nos para. Me piden los papeles del coche y mi carnet de conducir.
 Seguidamente el agente nos informa amablemente que en Córdoba es obligatorio ir con las luces puestas (aunque sean las 10 de la mañana) y que Romi, a pesar de ir detrás y pendiente de Diego (que está firmemente atado a su silla) tiene que llevar el cinturón de segridad.
 Suplicando clemencia le decimos al agente que somos de Buenos Aires, que allí las normas son diferentes y que si se podía arreglar las cosas de otra manera (haciendo una insinuación orientada al soborno). Fue en vano, habíamos dado con el policía más incorruptible de Córdoba, de manera que nos dijo que nos dejaba pasar una de las faltas, pero que la otra tendríamos que pagarla a un módico precio de $350, pero que se podía reducir a $175 si lo pagábamos en los tres primeros días hábiles.
 Arrancamos mal el viaje.

 Proseguimos hacia Villa General Belgrano y paramos en un lindo sitio con vistas al dique Los molinos, donde pudimos degustar una picada a base de bondiola, jamón serrano, queso de cabra,...




 Seguimos el viaje hacia Villa General Belgrano. Un muy bonito paisaje nos acompaña durante todas las curvas y contra curvas hasta nuestro destino. El paisaje de Córdoba es muy similar al que se puede ver en la sierra de Madrid. Pequeñas montañas cubiertas de arbustos no muy frondosos que dan sensación de aridez.

 Villa General Belrano es un muy pintoresco pueblo con un estilo de casas alpinas, todo hecho con madera. Una vez al año se celebra una fiesta (la Oktoberfest) donde durante dos fines de semanas consecutivos en octubre corre la cerveza artesanal fabricada en el pueblo.



 Recorremos este lindo pueblecito y comemos en la terraza de un restaurante, viendo pasar la gente y disfrutando del buen tiempo que nos tocó.

 Volvemos a Carlos Paz, pero en el camino encontramos un desvío que va hacia La Cumbrecita. Hemos oído hablar bastante de este lugar y varias personas nos habían recomendado ir, así que decidimos acercarnos y desafiar el camino de tierra y piedrecitas de unos 25 kilómetros que nos llevan hasta allí, eso si, con un paisaje muy bonito.

 La cumbrecita es un pequeño pueblo peatonal en la loma de una montaña. Se rumorea que después de la guerra una gran cantidad de nazis se refugiaron allí para ocultarse de las autoridades que les perseguían. En una terracita nos tomamos un café y un nequick con helado, acompañado de un delicioso apfelstrudel.



 Ahora si, volvemos a Carlos Paz, (perdiéndonos por el camino debido una vez a la pésima señalización) y procedemos a cenar en el hotel (esta vez el plato caliente son canelones) y nos quedamos en la habitación con la intención de restaurar fuerzas para aprovechar el día de mañana.

Continuará...

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